Detrás de la Pandemia
- María Alejandra Giola
- 20 mar 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 4 mar 2022

El ser humano posee 4 centros: el intelectual, el emocional, el sexual/creativo y el material.
Debido a la crisis económica, comenzamos a intensificar nuestro enfoque sobre el centro material, dando lugar de esta manera a un gran desequilibrio en el mismo y desencadenando, en consecuencia, la acción de carencia sobre el centro emocional.
Hoy, dados los acontecimientos recientes, sabemos que el estar en nuestro hogar, compartir y estar más tiempo con nuestra familia va a enriquecernos emocionalmente. Que aquello que se lee como una amenaza en territorio, fortalece los lazos de unión. Estos lazos de unión son, justamente, los que se fueron perdiendo a lo largo de estos años. Debido a que nos vemos forzados a insertarnos en el mercado laboral, desde más temprana edad y bajo condiciones cada vez peores.
Así es que terminamos trabajando más, pasando menos tiempo en casa, estando pendientes continuamente del dinero y, en consecuencia, preocupados consciente e inconscientemente todo el tiempo. De esta manera, contribuimos a la ausencia emocional del aquí y ahora, en alma, corazón, cuerpo y en la familia.
Creo que este virus, junto a las situaciones que ha desencadenado, nos dan la oportunidad de sanar el centro emocional que se ha visto de alguna manera perjudicado por todo el sistema capitalista. Mi invitación es a enfocarnos desde aquello que nos hace bien.
Sabemos que donde se encuentra nuestra atención estamos nosotros. Que es un desafío, sobretodo hoy, fomentar la confianza inicial en la vida. Esa que teníamos cuando éramos niños. Y que ahora, siendo adultos, con toda la información, peligro y todas las probabilidades que arroja nuestra mente para garantizar nuestra supervivencia llevándonos al peor escenario, creo que ese desafío, requiere de todo nuestro poder y nuestro libre albedrío, para conectar con aquello que es nuestra parte sana, lo que nos fortalece.
Volver a los valores fundamentales. A sabiendas de que lo que nos vamos a llevar es lo que tiene que ver con nuestra memoria emotiva. La que nos conecta con nuestro ser, nuestra alma, con nuestra familia, con lo principal, con estos lazos que elegimos construir y poder sembrarlos desde el amor.
Porque, es en estos momentos que realmente vamos a ver si podemos ser tolerantes, si podemos solventar las diferencias desde una adultez, si podemos tener una conversación asertiva cuando realmente sucede lo que no nos gusta y poder manifestarlo desde un adulto responsable y no desde un niño enojado. Ya que un adulto que grita, rompe y golpea, sigue siendo un niño haciendo un berrinche, a diferencia de uno que sabe expresar lo que no le gusta y sabe disentir amablemente con el otro, expresando siempre desde un lugar responsable.
Finalmente, hoy se juegan esos roles. ¿Qué pasa cuando me quedo en casa? ¿Qué pasa con esta capacidad de convivir con la persona que elegí? ¿Qué pasa con mi capacidad de quedarme con mi hijo y poder compartir tiempo con él?
Sabiendo que esto es el amor y que el resto se resuelve. Que hoy existe una amenaza real, que el peligro existe y que el miedo pasa a ser una opción cuando yo elijo ver y enfocarme en otra parte de la realidad.
Mi intención es que sembremos amor, confianza y que finalmente puedas así SANARTE a vos misma/o . Desde las herramientas que tengas y elijas adquirir para poder evolucionar. Recordemos que estamos solo un ratito acá y que ese ratito puede ser de disfrute, de pasarlo bien.
Podemos estar presentes en nosotros, asumiendo el principio de que el observador determina lo observado.
Donde está tu atención estas vos y donde estás vos estás creando tu realidad. Elegí crear tu realidad parándote cuánticamente en aquella que tiene que ver con la resonancia de tus creencias. Las cuales, a su vez, son las mismas que vas a elegir vos si no dejas que la mente se maneje sola.
Asumí el mando. Se tu capitán y determina el rumbo de las creencias que van a moldear tu mundo, tu realidad y consecuentemente tu vida.
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